sábado, 2 de abril de 2011

La leyenda de Makrell

He vuelto. No es que me haya ido, pero la elaboración de la libreta-códice del laboratorio de orgánica ha requerido mi presencia como amanuense. Afortunadamente el esfuerzo se ha visto recompensado en forma de aprobado, que significa que puedo presentarme al examen escrito de junio. Así que ahora mismo sólo me queda enfrentarme a un tiranosaurio, pero ye piquiñín, así que no le tengo miedo.

Ahora que tengo más tiempo me gustaría retomar la escritura, en especial La saga de Lofoten, que la tengo abandonada desde tiempos inmemoriales. Precisamente por falta de memoria quiero narrar hoy una pequeña anécdota que se originó en Lofoten y se extiende hasta estos días, pero dado que no recuerdo en qué momento exacto del viaje se inició lo cuento aparte.

Algún día durante nuestro viaje por Lofoten (no recuerdo en qué momento del día) nos encontramos con Finn. Hablamos del tiempo que hacía y del que vendría. Las nubes tenían una forma peculiar, que a mí me gustaba mucho. Me recordaban a las formas que dibujaban las auroras boreales que había visto en fotos y vídeos. Finn nos dijo el nombre que recibían: nubes de Makrell. Makrell. Me encantó. Sonaba bien (pronunciado Makrrél) con el acento noruego de Finn. Era una palabra con fuerza, majestuosa. Decidí memorizarla porque me sugería antiguas leyendas vikingas. Quizás era el nombre de un dios primigenio del que nunca había oído hablar. Tenía que buscarlo.

Pasaron meses sin que buscara la palabra. Soy un desastre. Aun la recordaba, pero todavía no lo había hecho. Un día no hace mucho tiempo decidí investigar. Hacer un google lleva un segundo, así que me puse a ello. Cuál sería mi sorpresa cuando descubrí que Makrell, aquel majestuoso dios primigenio que en mi imaginación protagonizaba leyendas vikingas y daba nombre a un espectacular tipo de nubes, era el nombre que recibe en Noruega la xarda, es decir, la caballa. Mi magnífico dios se me convirtió en un pescao.

¡Qué decepción! Era más feliz en la ignorancia. Pero los mitos se caen a diario y esto tampoco iba a cambiar mi vida. Más o menos por esa época empezamos a desarrollar Dani y yo una coña en torno a un anuncio que ponen por la tele similar a este:


No es exactamente igual, pero el señor del anuncio (el del otro, no el  de este vídeo) me resulta inquietante. Tiene una mirada extraña y atemorizante mientras se acerca a cámara lentamente cantando la historia de los tres pequeños peces. Así que el anuncio pasó a convertirse en “el anuncio del señor que me da miedo”.

Al poco tiempo, como teníamos tanto cachondeo en torno al anuncio Dani se fijó más en qué estaban anunciando, que para sorpresa de ambos resultó ser makrell, o sea xarda (caballa). Así que el anuncio acababa de ganar aun más importancia porque aunaba dos grandes conceptos como son el señor inquietante y la caballa anteriormente conocida como dios primigenio superguay.

La broma se prolongó hasta el punto de que un día haciendo la compra Dani me decía que teníamos que probar el makrell, que fijo que me gustaba y que además el señor del anuncio decía que era muy bueno. Yo me negaba. El makrell me había roto el corazón cuando descubrí su verdadera naturaleza. (atención: tristeza sobreactuada). Además, no podía caer en la estratagema comercial del señor de mirada inquietante. Me negué. Dani no cogió la lata. Me salí con la mía, así que me quedé contenta. Llegamos a caja y en sus cercanías había una lata del anteriormente mencionado producto que vagaba solitaria. Dani trató de convencerme una vez más. Nos llegaba el turno. Cuando me quise dar cuenta estaba metiendo la compra en las bolsas y para mi sorpresa descubrí que Dani había cogido finalmente la lata.
Refunfuñé. Llegamos a casa y llegó la hora de comer. Dani sugirió que lo probáramos. Refunfuñé, pero finalmente accedí para que dejara de darme la vara. Lo probé. Makrell con tomate sobre una rebanada de pan de reno. Me gustó. Contra todo pronóstico me gustó y mucho.

Así acaba esta historia, que no tiene ni pies ni cabeza. Empezó con unas nubes y acabó con caballa en conserva.