martes, 26 de julio de 2011

Me duele Noruega

Necesito escribir. Hace mucho tiempo que no lo hago y ahora más que nunca necesito liberar lo que llevo dentro para ver si así consigo dormir mejor. Los exámenes quedaron atrás y los resultados no fueron tan buenos como deseaba. Eso me hundió en la miseria más absoluta y sin embargo ahora mismo me importa más bien poco. Dani está vivo. Yo estoy viva. No necesito nada más.

A estas alturas creo que todo el mundo sabe lo que pasó el 22 de julio en Oslo. Un coche bomba explotó junto a la sede del gobierno matando a varias personas y en una pequeña isla cercana a la ciudad decenas de jóvenes fueron asesinados sin piedad por un loco.

No nos pasó nada ni a Dani ni a mí, pero no fue ni gracias a ningún dios ni al azar. No puedo dejar de pensar en que si no nos pasó nada fue gracias a que un psicópata escogió un día en que no estábamos en la ciudad para cometer esas atrocidades.

La sede del gobierno noruego está sólo a cuatro manzanas de mi casa, a dos de mi gimnasio, a una de mi pizzería y mi hamburguesería favoritas y justo delante de mi banco. Paseábamos por allí con frecuencia. En las imágenes que emitieron por televisión se veía gente herida en la calle por donde pasaba con el tranvía siempre que volvía de la universidad. La universidad. Esa es otra. Si no me equivoco se habló también de que encontraron un paquete bomba en la sede de la radiotelevisión noruega (NRK). No llegó a explotar afortunadamente, pero hay un dato que no se ha mencionado. Ese edificio se encuentra justo al lado de la que ha sido mi facultad durante el último año. La facultad de Química. Si ese artefacto llega a explotar y la onda expansiva hubiera alcanzado la facultad no quiero ni pensar lo que habría pasado con todos los reactivos que allí hay. Quizás habría desaparecido todo el campus.

Por suerte, no conozco a nadie que haya sido afectado, pero me duele de todos modos. Es Oslo. Es mi ciudad. Nuestra ciudad. Oslo para mí es el sueño cumplido tras mucho esfuerzo y sufrimiento, es la independencia, la evolución académica y personal, el enriquecimiento cultural, la ciudad del amor y de las oportunidades, la posibilidad de un futuro mejor que el que me ofrece mi propia patria. Oslo es todo eso y muchísimas cosas más. Por eso si hieren a Oslo, a Noruega, también me hieren a mí y me duele. Me duele Noruega.