lunes, 12 de septiembre de 2011

Conan, ¿en qué te has convertido?

Vuelvo a escribir. No se me había olvidado cómo se hace, lo que pasa es que últimamente tengo más bien poco que contar. Hoy voy a hablar sobre una película: Conan el Bárbaro. Precaución: spoilers.

El jueves pasado Dani y yo, tras mucho tiempo mirando la cartelera, decidimos ir al cine. Yo tenía una entrada gratis que había conseguido hace mucho mucho tiempo al ganar el tercer premio de un quiz (concurso en grupos de cultura general, muy popular en Noruega). Así que como tenía miedo de que se caducara la entrada fuimos a ver Conan, con la curiosidad de ver a Khal Drogo hablar en un idioma distinto al dothraki. Para los que no sepan de qué redios estoy hablando, Khal Drogo es un personaje de Juego de Tronos y el actor que lo interpreta es el mismo que interpreta a Conan. Así entramos en una pequeña sala del cine ELDORADO donde había más bien poca gente y un individuo vestido de Elvis, aunque este dato tampoco es especialmente sorprendente dado que ese mismo día por la mañana habíamos visto a un hombre-lobo por la calle.

Después de mil años de anuncios casi ni nos dimos cuenta de que empezaba la película porque pensamos que era otro trailer más. Memorable fue el momento en que pusieron el trailer de Cowboys & Aliens y los que estaban detrás de nosotros emitieron una sonora carcajada al oir el título de la película. Verdaderamente el título da risa, aunque yo personalmente prefiero decir "Cowboys, aliens y viceversa". 

Empieza la película. ¿Qué decir de ella? Yo no la describiría como una película de acción, sino más bien como una comedia romántica donde vuelan ostias por doquier. Explicación: Ostias. Chica. Más ostias. Algo de magia. Más ostias. Escenita romántica. Más ostias. Fin. 

Mención especial merece ese dato tan interesante que se aporta sobre la juventud de Conan, cuando era carterista en Zamora. Sí, estimado lector, ha leído usted bien, Zamora. Nos entró la risa floja. Y es que era un no parar. Una de las escenas principales era aquella en la que tenía lugar una pelea contra unos "temibles" guerreros de arena. Lejos de impresionarme o entretenerme, consiguió que recordara una escena de otra película: Jason y los argonautas. Aunque esta última me divirtió más que la que estaba viendo.

La pareja romántica también era bastante cómica, por un lado el fornido y bruto Conan y por otro una delicada monja que parece Jodie Foster de joven. Tan diferentes y, sin embargo, tan terriblemente predecible.

No sabría describir muy bien la escena final, que tenía lugar por cierto dentro de una cueva con forma de calavera gigante con la boca abierta y de donde salía una catarata. Ahí Dani consiguió visualizar a Homer Simpson babeándose al pensar en una rosquilla. No podía ser más ridículo. Como iba diciendo, la escena final debía mantener al espectador con el alma en vilo, conteniendo la respiración por la tensión del momento. Sin embargo, yo sólo fui capaz de decir: Pero, ¿a qué táis jugando, ho?

Consejo: Amiguitos, si queréis ver Conan el Bárbaro no penséis que es una película de acción, pensad que es una parodia y la disfrutaréis más.