domingo, 15 de mayo de 2011

Balada alegre de trompeta

Una noche azul y templada de primavera. Monotonía de estudio por los exámenes. Es viernes y vamos de concierto a Blå. El grupo principal era Pirate Love, pero nosotros realmente fuimos para ver al grupo acompañante, Beglomeg. La razón es que en este grupo toca un compañero de trabajo de Dani, así  que  allá nos fuimos a verlo. Como dato que no tiene nada que ver con el resto de la historia  quiero destacar  un hecho excepcional: me puse tacones, cosa que no hacía desde hace un par de milenios. Andares extraños, pero no velociraptor. Llegamos tempranín. El local estaba tranquilo. Pedimos unas cervezas. Poca gente. Miro a un lado y a otro.
B: Soy la única chica de la galaxia.

Es una forma de decir que era la única chica del local, pero con alusiones a Star Wars y a Padre de Familia. La expresión surgió hace tiempo a raíz de que en clase de Química de Materiales sólo somos dos chicas, y como yo soy la morena me toca ser Leia. Después de un rato en  Blå la situación cambió.

D: ¡Anda! Ya no eres la única chica de la galaxia. Ahí hay otra.

B: ¡Ah, sí!, y como va de blanco me temo que le toca a ella ser Leia.

Segundos de observación... Vestido largo, blanco, taconazos, pelo rubio platino, cazadora de cuero y gafas de sol en un sitio oscuro de noche.

D: Camina un poco velociraptor.

B: Sí, pero velociraptor raro. Hmmm, no tiene caderas y esa cazadora es como de hombre. Además el pelo no parece demasiado natural.

Leia se acerca al escenario y bebe una cerveza que estaba entre los instrumentos.

Sonido de engranajes en la cabecina de Bea...

B: ¡¡¡Es el de la trompeta!!!

La chica coge la trompeta y lo confirma. Ahora vamos a explicar este cuadro impresionista. La chica no era una chica, al menos tiempo atrás, ahora se llama Ingrid. Al parecer, en anteriores conciertos de Beglomeg el trompetista dirigió lujuriosas miradas hacia Dani. En esas ocasiones yo no estaba i Norge, así que esta vez pude marcar territorio y así sentir cómo me miraban mal a través de unas gafas de sol desde el escenario.

El concierto estuvo muy bien. Al principio parecía algo caótico, pero las improvisaciones fueron engranándose progresivamente y apareció la armonía. Era la primera vez que escuchaba ese tipo de música, pero poco a poco le fui cogiendo el punto, aunque sigo sin entender por qué uno de los músicos iba en calzoncillos. El siguiente concierto me gustó menos, el volumen era atroz para mis sensibles oídos así que salimos al fresco y nos sentamos junto a un ángel dorado. También descubrí que en Blå en lugar de darte los refrescos con pajita te los dan con tapones. Este hecho me proporcionó una desproporcionada felicidad. Tiempo después el concierto terminó y nos fuimos porque al día siguiente Dani tenía una carrera en la que participar.

Esto es todo por ahora. Los exámenes se acercan, así como el fin del Erasmus y quizás, por fin, el final de la carrera. Hasta pronto.

PD: Leopardín está dando sus primeros pasos.

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