lunes, 11 de octubre de 2010

¡¡¡Ochobrefest!!!

Estamos en Octubre. Vamos a ver, ¿qué cosas pueden pasar en Oslo en Octubre? La temperatura empieza a bajar más de lo que nos gustaría a muchos, se caen las hojas, los españoles que estamos aquí pensamos en el puente que se estará cogiendo la gente en España por la fiesta nacional y al final del mes se celebra Halloween (la americanada de turno, ¡qué se le va a hacer!). Un momento, hay algo que se me pasaba por alto. Algo importante. ¡¡¡OKTOBERFEST!!!

Como todo el mundo sabe, lo bueno se suele exportar y esta fiesta alemana no iba a ser menos. El otro día pudimos disfrutar de ella en el Chateau Neuf (el bar de la asociación de estudiantes de la Universidad) que montó una carpa para que pudiera entrar todo el mundo.

¿Qué se puede encontrar en una fiesta de este tipo? Música alegre y distendida, salchichas y cerveza, cerveza y más cerveza.

Empecemos por el final, la variedad de cerveza era amplia y, teniendo en cuenta lo que es Noruega, era barata. Para los que se pregunten si la servían chicas guapas con los escotados vestidos típicos alemanes, la respuesta es no. De hecho debía de ser yo de las que más escote llevaba.

La comida no era gran cosa y había poca variedad, en general era todo salchichas con patatas y verduras. Sin embargo hice un descubrimiento personal interesante: no me gusta ni lo más mínimo el sauerkraut.

En mi opinión lo mejor era la música. A veces tenía la sensación de estar en una fiesta de práu. De vez en cuando tocaba una banda (con mucho metal) de señores vestidos de tiroleses. Nos deleitaron con grandes canciones como “Los pajaritos” (fue impactante ver a toda una carpa de noruegos borrachos bailando esa elegante danza), “Dschinghis Khan” (del grupo homónimo) o “¡Que viva España!, esa que cantaba Manolo Escobar, pero en alemán. Sin embargo mi canción favorita era otra que ponían cada cierto tiempo y que todavía no he conseguido sacarme de la cabeza. De cada tres canciones que tocaban una de ellas era esta y cada vez que sonaba todo el mundo se levantaba, la cantaba y agitaba en alto sus vasos de cerveza, y si no lo hacías alguien te daba la chapa hasta que te unieras a ellos. Era divertido, aunque llegado cierto punto podía resultar cansino.


¿Hemos alcanzado ya las cotas más altas de surrealismo posibles? No. Aun quedan por mencionar los sombreros con forma de barril (con grifo incluido), la mayor concentración de hombres morenos de bote que haya visto en mi vida, el hecho de que yo fuera paseando por todo el recinto de la fiesta un ejemplar de “EL PAÍS” y sobretodo Mambo Kurt.

Mucha gente se preguntara: ¿quién carajo es Mambo Kurt? La respuesta es difícil. Su aspecto se asemeja al del Chaval de la Peca: calvo y con gafas desfasadas (o a la última, depende de quien lo mire) de color amarillento. El individuo en cuestión va acompañado de una especie de organillo que uno bien podría imaginarse en una iglesia modesta. Con dicho instrumento el señor Kurt interpreta canciones (por ejemplo de Rammstein) un poco en plan música de boda, pero en versión polka. Dicho así es fácil pensar que es un superfriki. Es posible que lo sea, pero la gente lo adora y baila sus canciones como si les fuera la vida en ello. Quizás la cerveza puso algo de su parte. El señor incluso se permitió el lujo de subir al escenario a una chica noruega para que bailara con él, y bailó.


Y esto es más o menos lo que experimenté en el Oktoberfest. Sólo me queda por añadir un dato interesante de carácter socio-científico. La sociabilidad de los noruegos aumenta de forma directamente proporcional a la concentración de etanol en sangre. Esto es un hecho que puede aplicarse a muchas culturas, sin embargo los noruegos en lugar de seguir la habitual tendencia lineal presentan una sociabilidad que se incrementa de forma exponencial.

Ha det bra!

2 comentarios:

  1. ¿Pero tú te has dado cuenta de lo que has hecho? ¡En tres entradas has convertido el mito vikingo en un teletubbie cantarín que reparte abrazos bañados en alcohol!
    Jajaja...y lo mejor (o peor) es que todo es verdad ;)

    Me perdí el Oktoberfest :(
    Y al leer tu entrada me he dado cuenta de la experiencia que me perdí...ainsss

    P.D. A mí me encanta el sauerkraut!

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  2. Bueno, procuro ceñirme a la realidad, aunque quizás me guste exagerarla de vez en cuando, así es más divertida.
    Es una pena que no pudieras venir al Oktoberfest, te habría gustado y además te podías haber quedado con mi sauerkraut ;)

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